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BioEthoSophos pretende contribuir al estudio de la moralidad de la conducta humana en el Area de las llamadas “Ciencias de la Vida”. Nuestras espectativas en este territorio Biológico-Etico-Filosófico son las de continuar Formándonos y Preparándonos Profesionalmente e innovar mediante el Análisis Humanista, Racional, Axiológico, Crítico e Investigador en torno a los avances Científicos y Tecnológicos que hacen relación con los Universos de la Salud y la Vida en este planeta
Wednesday, August 09, 2006
Thursday, August 03, 2006
¿Cómo se entiende el Desarrollo Humano desde la Bioética moderna?...
PROYECTO DE INVESTIGACION
En torno al objeto y sentido de la BIOETICA a mediados de Julio del 2005, propuse en la Universidad del Valle concebir la disciplina como el coetáneo desarrollo y evolución de la Etica, de la Etica Médica y de la Etica de las Ciencias de la Vida. Es entonces la Bioética la disciplina cuyo objeto es ejercer acto de presencia como tal, multidisciplinaria, interdisciplinaria, transdisciplinaria; y participar en la toma de decisiones valorativas, morales y políticas sobre las realidades, y neo-realidades, fruto de los avances Biológicos, Biomédicos, Genéticos y Ecológicos, con el propósito de encontrar y compartir orientaciones que fortalezcan y protejan la Vida y Dignidad de los Seres Humanos (Personas), de los Seres Vivos en general; y sus Derechos Fundamentales (Vida, Salud, Procreación, Sobrevivencia…), y evitar – así, las posibles consecuencias deshumanizadoras para el Hombre, y la degradación y desaparición de la vida en la tierra, asegurando la existencia de quienes forman parte de la presente y futuras generaciones tanto humanas como animales (biodiversidad).
Todo lo anterior me hizo y me hace pensar en las profundas relaciones, teóricas y prácticas, existentes entre los desarrollos bioéticos contemporáneos, actuales, la educación y el amplísimo espectro de lo que conocemos bajo el nombre de “Desarrollo Humano”.
Si afinamos la mirada hemos de reconocer que el Discurso de lo que hoy día llamamos BIOETICA – así como buena parte de los contenidos de lo que llamamos “Desarrollo Humano” -; constituyen “estructuras” o “cuerpos teóricos ajenos”. Dicho en el lenguaje de Mijail Bajtin el discurso bioético, y el del desarrollo humano en sus diversas expresiones y, precisamente por ello mismo; son “discursos ajenos”… discursos en el discurso… entramado de enunciados sobre enunciados supuestamente benéficos a la suerte del Hombre… Se observa en ellos el nacer de una “nueva palabra”… Dicha neopalabra tendría “significativas voces” en su(s) escenario(s) discursivo(s)… Allí encontraremos seguramente, para sólo mencionar algunos de los que he podido ir conociendo, a personalidades como Ethan Frome con su verbo sobre desarrollo económico y tecnologías; Amartya Sen (Nobel de Economía 1998), con sus ideas sobre la “maximización” – en el mundo de hoy -; del beneficio personal y su correspondiente lógica racional: “(…) Expansión de las libertades reales de que disfrutan los individuos. (…)”; Urie Brofenbrenner con su tesis apasionante sobre la “natura humana” y las sociedades: “(…) la naturaleza humana (…) es plural y pluralista porque los diferentes ambientes producen diferencias perceptibles, no sólo entre las sociedades, sino también dentro de ellas, en cuanto al talento, el temperamento, las relaciones humanas, y en especial a las formas en que la cultura o la subcultura educan a la generación siguiente. (…)” /“Ecología del desarrollo humano” – Prólogo, página 17/; Peter Singer y su idea de un solo mundo en torno a la ética de la globalización y, simultáneamente, neopalabras, neoideas que nos conducen a examinar la “realidad humana mundial” y su “desarrollo” desde la “óptica significativa” del número de teléfonos, televisores, coches, frigoríficos, lavadoras, etc., por cada mil habitantes, lo que nos llevó a la famosa idea del “desarrollismo” según la cual el “desarrollo” de los pueblos se “mide” con índices macro – económicos (que he aludido), y los costos humanos, sociales y ecológicos del “progreso económico” de un país o una región son aleatorios o irrelevantes.
Afortunadamente, la “filosofía del desarrollo” que ha surgido es una filosofía opuesta al desarrollismo. Se ha generado una verdadera revolución intelectual ante el problema del desarrollo. La FAO, la Unesco y la OMS, entre otros organismos internacionales, han ido gestando un nuevo modelo de desarrollo, el llamado “Desarrollo Humano”, y más recientemente “Desarrollo Humano a Escala Humana”, que utiliza otros índices para conocer el bienestar real de un país, región, o conjunto de países. Los “propietarios” de este “nuevo” discurso ajeno, “dedicado” empero “a TODOS” los humanos, se basan en una concepción de la persona más integral, más globalizadora. Como señala el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU de 1992, “(…) la gente debe estar en el centro de nuestro debate sobre el desarrollo; lo que cuenta realmente es cómo esa gente participa en el desarrollo económico y cómo se beneficia de él. Los procesos productivos son indispensables, pero no puede permitirse que eclipsen las vidas humanas. (…)”
Las bases filosóficas de esta nueva Antropología Económica y política están en el concepto de Libertad Humana como Liberación, como Emancipación de cada sujeto de la miseria, de las opresiones e injusticias que otros seres humanos le imponen de modo violento. Frente al modelo neoliberal que se dice enfrentar mientras se ejecutan políticas económicas neoliberales, la teoría del Desarrollo Humano confía en la Capacidad Humana para Tomar Conciencia de sus problemas, Poder Organizarse Colectivamente y conseguir salir de su situación. La cultura ética que se desprende de la teoría del desarrollo humano, y que comparto teóricamente, es la de la cooperación y la solidaridad entre los individuos y los países. Se opone por tanto a la cultura del enfrentamiento sistemático y de la guerra como solución de los conflictos. El índice que se utiliza en la actualidad para medir el grado de desarrollo de un país o región, el llamado índice de Desarrollo Humano, es una combinación de esperanza de vida, nivel de educación e ingresos per cápita (valoración del Producto por habitante adaptada al poder adquisitivo, el índice que se obtiene es un cifra entre O y 1.).
Pese a todo en el actual Informe de Desarrollo Humano 2005 se dice: “(…) Hace quince años, el primer Informe sobre Desarrollo Humano anticipaba un decenio de progreso rápido. “Los años noventa”, predecía con optimismo el documento, “se perfilan como el decenio del desarrollo humano, pues pocas veces ha existido tanto consenso respecto de los objetivos reales de las estrategias de desarrollo”. Hoy, al igual que en 1990, también hay consenso respecto del desarrollo, consenso que se ha expresado con gran elocuencia en los informes del Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas y de la Comisión para África auspiciada por el Reino Unido. Desafortunadamente, el consenso aún debe generar acciones concretas y las señales al respecto para el decenio que viene no presagian nada bueno. Corremos verdadero peligro de que los próximos 10 años, tal como los 15 años anteriores, contribuyan mucho menos al desarrollo humano de lo que promete el nuevo consenso. Es mucho lo que se ha logrado desde la publicación del primer Informe sobre Desarrollo Humano. En promedio, la gente de los países en desarrollo no sólo cuenta hoy con mejor salud y educación y está menos empobrecida, sino que tiene también mayores probabilidades de vivir en una democracia pluripartidista. Desde 1990, la esperanza de vida en estos países aumentó en dos años, mueren tres millones de niños menos al año, 30 millones más de niños van a la escuela y más de 130 millones de personas han salido de la pobreza extrema. No se deben subestimar todos los progresos que ha experimentado el desarrollo humano. (…)”
Así las cosas, inmerso en la marea de los discursos “ajenos” y “propios”, en la marea de la soledad de América Latina de la que alguna vez nos hizo conciencia importante nuestro Gabo; me enfrento a un reto conciente como filósofo y como bioeticista, con la responsabilidad y riesgo que esto implica y que siempre tuve clara toda mi vida: ¿He de decir algo que contribuya a ubicar las cosas, orientarlas, con sentido Bioético?...
Por ahora, y a manera de humilde aproximación pues sigo creyendo en quienes nos atrevemos a hablar o escribir, sin temor a no pedir permiso a la paradigmática contemporánea y “post”; he elegido las ideas de Peter Singer como hilo conductor de mi reflexión hacia la estrella del norte cuando dice que “(…) La conquista del espacio en el siglo XX hizo posible que un ser humano mirase a nuestro planeta desde fuera, y así pudiese contemplarlo, literalmente, como un solo mundo. Ahora, en el siglo XXI se enfrenta a la tarea de desarrollar una forma de gobierno adecuada para ese mundo único. Es un enorme desafío moral e intelectual, pero no podemos rechazar aceptarlo. (…)” /“Un solo mundo”, la etica de la globalización, página 213./. Sólo de ese modo creo posible pretender que la Bioética ejerza acto de presencia como tal, multidisciplinaria, interdisciplinaria, transdisciplinaria; y participar en la toma de decisiones valorativas, morales y políticas sobre las realidades, y neo-realidades, fruto de los avances Biológicos, Biomédicos, Genéticos y Ecológicos, con el propósito de encontrar y compartir orientaciones que fortalezcan y protejan la Vida y Dignidad de los Seres Humanos (Personas), de los Seres Vivos en general; y sus Derechos Fundamentales (Vida, Salud, Procreación, Sobrevivencia…), y evitar – así, las posibles consecuencias deshumanizadoras para el Hombre, y la degradación y desaparición de la vida en la tierra, asegurando la existencia de quienes forman parte de la presente y futuras generaciones tanto humanas como animales (biodiversidad).
Pensando de esta manera puedo entrever la necesidad del Discurso Bioético del Desarrollo Humano Contemporáneo… con base en los cual formulo el problema que he venido concibiendo a través de la siguiente pregunta:
¿Cómo se entiende el Desarrollo Humano desde la Bioética moderna?...
Orlando Politano Garcés
Santiago de Cali, 2 de Febrero de 2006 - 3 de Agosto de 2006
En torno al objeto y sentido de la BIOETICA a mediados de Julio del 2005, propuse en la Universidad del Valle concebir la disciplina como el coetáneo desarrollo y evolución de la Etica, de la Etica Médica y de la Etica de las Ciencias de la Vida. Es entonces la Bioética la disciplina cuyo objeto es ejercer acto de presencia como tal, multidisciplinaria, interdisciplinaria, transdisciplinaria; y participar en la toma de decisiones valorativas, morales y políticas sobre las realidades, y neo-realidades, fruto de los avances Biológicos, Biomédicos, Genéticos y Ecológicos, con el propósito de encontrar y compartir orientaciones que fortalezcan y protejan la Vida y Dignidad de los Seres Humanos (Personas), de los Seres Vivos en general; y sus Derechos Fundamentales (Vida, Salud, Procreación, Sobrevivencia…), y evitar – así, las posibles consecuencias deshumanizadoras para el Hombre, y la degradación y desaparición de la vida en la tierra, asegurando la existencia de quienes forman parte de la presente y futuras generaciones tanto humanas como animales (biodiversidad).
Todo lo anterior me hizo y me hace pensar en las profundas relaciones, teóricas y prácticas, existentes entre los desarrollos bioéticos contemporáneos, actuales, la educación y el amplísimo espectro de lo que conocemos bajo el nombre de “Desarrollo Humano”.
Si afinamos la mirada hemos de reconocer que el Discurso de lo que hoy día llamamos BIOETICA – así como buena parte de los contenidos de lo que llamamos “Desarrollo Humano” -; constituyen “estructuras” o “cuerpos teóricos ajenos”. Dicho en el lenguaje de Mijail Bajtin el discurso bioético, y el del desarrollo humano en sus diversas expresiones y, precisamente por ello mismo; son “discursos ajenos”… discursos en el discurso… entramado de enunciados sobre enunciados supuestamente benéficos a la suerte del Hombre… Se observa en ellos el nacer de una “nueva palabra”… Dicha neopalabra tendría “significativas voces” en su(s) escenario(s) discursivo(s)… Allí encontraremos seguramente, para sólo mencionar algunos de los que he podido ir conociendo, a personalidades como Ethan Frome con su verbo sobre desarrollo económico y tecnologías; Amartya Sen (Nobel de Economía 1998), con sus ideas sobre la “maximización” – en el mundo de hoy -; del beneficio personal y su correspondiente lógica racional: “(…) Expansión de las libertades reales de que disfrutan los individuos. (…)”; Urie Brofenbrenner con su tesis apasionante sobre la “natura humana” y las sociedades: “(…) la naturaleza humana (…) es plural y pluralista porque los diferentes ambientes producen diferencias perceptibles, no sólo entre las sociedades, sino también dentro de ellas, en cuanto al talento, el temperamento, las relaciones humanas, y en especial a las formas en que la cultura o la subcultura educan a la generación siguiente. (…)” /“Ecología del desarrollo humano” – Prólogo, página 17/; Peter Singer y su idea de un solo mundo en torno a la ética de la globalización y, simultáneamente, neopalabras, neoideas que nos conducen a examinar la “realidad humana mundial” y su “desarrollo” desde la “óptica significativa” del número de teléfonos, televisores, coches, frigoríficos, lavadoras, etc., por cada mil habitantes, lo que nos llevó a la famosa idea del “desarrollismo” según la cual el “desarrollo” de los pueblos se “mide” con índices macro – económicos (que he aludido), y los costos humanos, sociales y ecológicos del “progreso económico” de un país o una región son aleatorios o irrelevantes.
Afortunadamente, la “filosofía del desarrollo” que ha surgido es una filosofía opuesta al desarrollismo. Se ha generado una verdadera revolución intelectual ante el problema del desarrollo. La FAO, la Unesco y la OMS, entre otros organismos internacionales, han ido gestando un nuevo modelo de desarrollo, el llamado “Desarrollo Humano”, y más recientemente “Desarrollo Humano a Escala Humana”, que utiliza otros índices para conocer el bienestar real de un país, región, o conjunto de países. Los “propietarios” de este “nuevo” discurso ajeno, “dedicado” empero “a TODOS” los humanos, se basan en una concepción de la persona más integral, más globalizadora. Como señala el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU de 1992, “(…) la gente debe estar en el centro de nuestro debate sobre el desarrollo; lo que cuenta realmente es cómo esa gente participa en el desarrollo económico y cómo se beneficia de él. Los procesos productivos son indispensables, pero no puede permitirse que eclipsen las vidas humanas. (…)”
Las bases filosóficas de esta nueva Antropología Económica y política están en el concepto de Libertad Humana como Liberación, como Emancipación de cada sujeto de la miseria, de las opresiones e injusticias que otros seres humanos le imponen de modo violento. Frente al modelo neoliberal que se dice enfrentar mientras se ejecutan políticas económicas neoliberales, la teoría del Desarrollo Humano confía en la Capacidad Humana para Tomar Conciencia de sus problemas, Poder Organizarse Colectivamente y conseguir salir de su situación. La cultura ética que se desprende de la teoría del desarrollo humano, y que comparto teóricamente, es la de la cooperación y la solidaridad entre los individuos y los países. Se opone por tanto a la cultura del enfrentamiento sistemático y de la guerra como solución de los conflictos. El índice que se utiliza en la actualidad para medir el grado de desarrollo de un país o región, el llamado índice de Desarrollo Humano, es una combinación de esperanza de vida, nivel de educación e ingresos per cápita (valoración del Producto por habitante adaptada al poder adquisitivo, el índice que se obtiene es un cifra entre O y 1.).
Pese a todo en el actual Informe de Desarrollo Humano 2005 se dice: “(…) Hace quince años, el primer Informe sobre Desarrollo Humano anticipaba un decenio de progreso rápido. “Los años noventa”, predecía con optimismo el documento, “se perfilan como el decenio del desarrollo humano, pues pocas veces ha existido tanto consenso respecto de los objetivos reales de las estrategias de desarrollo”. Hoy, al igual que en 1990, también hay consenso respecto del desarrollo, consenso que se ha expresado con gran elocuencia en los informes del Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas y de la Comisión para África auspiciada por el Reino Unido. Desafortunadamente, el consenso aún debe generar acciones concretas y las señales al respecto para el decenio que viene no presagian nada bueno. Corremos verdadero peligro de que los próximos 10 años, tal como los 15 años anteriores, contribuyan mucho menos al desarrollo humano de lo que promete el nuevo consenso. Es mucho lo que se ha logrado desde la publicación del primer Informe sobre Desarrollo Humano. En promedio, la gente de los países en desarrollo no sólo cuenta hoy con mejor salud y educación y está menos empobrecida, sino que tiene también mayores probabilidades de vivir en una democracia pluripartidista. Desde 1990, la esperanza de vida en estos países aumentó en dos años, mueren tres millones de niños menos al año, 30 millones más de niños van a la escuela y más de 130 millones de personas han salido de la pobreza extrema. No se deben subestimar todos los progresos que ha experimentado el desarrollo humano. (…)”
Así las cosas, inmerso en la marea de los discursos “ajenos” y “propios”, en la marea de la soledad de América Latina de la que alguna vez nos hizo conciencia importante nuestro Gabo; me enfrento a un reto conciente como filósofo y como bioeticista, con la responsabilidad y riesgo que esto implica y que siempre tuve clara toda mi vida: ¿He de decir algo que contribuya a ubicar las cosas, orientarlas, con sentido Bioético?...
Por ahora, y a manera de humilde aproximación pues sigo creyendo en quienes nos atrevemos a hablar o escribir, sin temor a no pedir permiso a la paradigmática contemporánea y “post”; he elegido las ideas de Peter Singer como hilo conductor de mi reflexión hacia la estrella del norte cuando dice que “(…) La conquista del espacio en el siglo XX hizo posible que un ser humano mirase a nuestro planeta desde fuera, y así pudiese contemplarlo, literalmente, como un solo mundo. Ahora, en el siglo XXI se enfrenta a la tarea de desarrollar una forma de gobierno adecuada para ese mundo único. Es un enorme desafío moral e intelectual, pero no podemos rechazar aceptarlo. (…)” /“Un solo mundo”, la etica de la globalización, página 213./. Sólo de ese modo creo posible pretender que la Bioética ejerza acto de presencia como tal, multidisciplinaria, interdisciplinaria, transdisciplinaria; y participar en la toma de decisiones valorativas, morales y políticas sobre las realidades, y neo-realidades, fruto de los avances Biológicos, Biomédicos, Genéticos y Ecológicos, con el propósito de encontrar y compartir orientaciones que fortalezcan y protejan la Vida y Dignidad de los Seres Humanos (Personas), de los Seres Vivos en general; y sus Derechos Fundamentales (Vida, Salud, Procreación, Sobrevivencia…), y evitar – así, las posibles consecuencias deshumanizadoras para el Hombre, y la degradación y desaparición de la vida en la tierra, asegurando la existencia de quienes forman parte de la presente y futuras generaciones tanto humanas como animales (biodiversidad).
Pensando de esta manera puedo entrever la necesidad del Discurso Bioético del Desarrollo Humano Contemporáneo… con base en los cual formulo el problema que he venido concibiendo a través de la siguiente pregunta:
¿Cómo se entiende el Desarrollo Humano desde la Bioética moderna?...
Orlando Politano Garcés
Santiago de Cali, 2 de Febrero de 2006 - 3 de Agosto de 2006
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- ORLANDO POLITANO GARCES = POLITHANO
- Graduado en Educación, FILOSOFÍA. Especialista en Bioética. Ex estudiante de Maestría en Filosofía - Etología. Universidad del Valle, Cali, Colombia. Docente de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Libre de Cali y de la Universidad del Valle (Escuela de Salud Pública). Docente de Filosofía de la Ciencia, Ética, Deontología Médica, Bioética e Investigación.